Eso te aligerará la carga

Delegar no debe ser nunca eludir responsabilidades personales para depositarlas cómodamente en otros, como algunos lo entienden, sino que delegar es en sí mismo una responsabilidad, pues involucra el deber de examinar y verificar la integridad y el carácter personal de aquellos en quienes vamos a delegar tareas, e instruirlos a su vez para que puedan desempeñarlas con eficacia, como se lo aconsejó su suegro Jetro a Moisés: “… La tarea es demasiado pesada para ti; no la puedes desempeñar tú solo. Oye bien el consejo que voy a darte, y que Dios te ayude. Tú debes representar al pueblo ante Dios y presentarle los problemas que ellos tienen. A ellos los debes instruir en las leyes y en las enseñanzas de Dios, y darles a conocer la conducta que deben llevar y las obligaciones que deben cumplir. Elige tú mismo entre el pueblo hombres capaces y temerosos de Dios, que amen la verdad y aborrezcan las ganancias mal habidas, y desígnalos jefes de mil, de cien, de cincuenta y de diez personas. Serán ellos los que funjan como jueces de tiempo completo, atendiendo los casos sencillos, y los casos difíciles te los traerán a ti. Eso te aligerará la carga, porque te ayudarán a llevarla.” (Éxodo 18:13-22). Este es también el principio que se halla implícito en la instrucción pastoral dada por el apóstol Pablo a su discípulo Timoteo en 2 Timoteo 2:2 en el sentido de encomendar la difusión y enseñanza de los hechos del evangelio y la doctrina cristiana a personas que fueran fieles e idóneas, es decir, que fueran dignas de confianza y debidamente capacitadas antes de encomendarles y delegarles la tarea del caso