Carne y Espíritu son dos realidades opuestas y contrastantes, ligadas respectivamente al fracaso o al éxito al procurar obedecer la ley de Dios. Para entenderlo debemos comprender el significado del término griego sarx, traducido habitualmente como “carne” al español y que puede significar básicamente tres cosas, dependiendo del contexto. En primer lugar y en su sentido más literal y neutro, equivale a nuestro cuerpo material de carne y hueso. En su sentido moral y ya condenable, hace referencia a la inclinación a la desobediencia con la que todos venimos a este mundo en virtud del pecado original y que es contraria a la ley de Dios, traducida por eso en ocasiones como “naturaleza pecaminosa”. Y en último término y sin tener en este caso connotaciones necesariamente censurables, indica lo que es meramente humano y por lo tanto débil. Así, pues, Intentar obedecer a Dios desde nuestra mera condición humana débil y precaria, afectada, además, por una inveterada, ancestral y universal inclinación a la desobediencia, es imposible, como lo revela el apóstol, algo que sólo se logra por el poder del Espíritu de Dios en nosotros: “a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu… La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios. Sin embargo, ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu… Por tanto, hermanos, tenemos una obligación, pero no es la de vivir conforme a la naturaleza pecaminosa.” (Romanos 8:4-13)
Viviendo según el Espíritu
11 diciembre, 2022
2 Lectura mínima
“Tratar de cumplir la ley según la carne conduce al fracaso, mientras que al hacerlo según el Espíritu el éxito está asegurado”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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