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Segmentos

¡Venga a mí y beba!

“En Dios no sólo satisfacemos nuestra sed sino que podemos hacerlo hasta la saciedad pues Él no da nada con restricción”

Dios no es mezquino. Él es espléndido y otorga sus dones y bendiciones con generosidad y abundancia. Las restricciones las ponemos nosotros, los beneficiarios de sus bendiciones, a semejanza del episodio del aceite de la viuda narrado en el segundo libro de Reyes, cuya provisión milagrosa de aceite en vista de su absoluta carencia y urgente necesidad, estuvo condicionada al poco aceite que tenía en casa y a la cantidad de vasijas vacías que pudieron conseguir para multiplicarlo, llenándolas una tras otra sin limitación alguna, hasta que se agotaron las vasijas que ella y sus hijos pudieron conseguir, como resultado de lo cual el aceite también se agotó. Ahora bien, el aceite, además de ser la provisión material que le permitió sobrevivir a la viuda y satisfacer las necesidades inmediatas de sustento de ella y sus hijos, es también un símbolo del Espíritu Santo y de la unción que, a partir de Pentecostés, Dios imparte enviando a Su Espíritu a morar en cada creyente, respecto de lo cual el apóstol Juan nos revela esta estimulante verdad que debe motivarnos a no ser escasos en ningún sentido en relación con Dios: “El enviado de Dios comunica el mensaje divino, pues Dios mismo le da su Espíritu sin restricción… En el último día, el más solemne de la fiesta, Jesús se puso de pie y exclamó: -¡Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba! De aquel que cree en mí, como dice la Escritura, brotarán ríos de agua viva. Con esto se refería al Espíritu que habrían de recibir más tarde los que creyeran en él. Hasta ese momento el Espíritu no había sido dado, porque Jesús no había sido glorificado todavía” (Juan 3:34; 7:37-39)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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