Si bien Cristo procuró no ofender, escandalizar o hacer tropezar innecesariamente a nadie y urge a sus discípulos y seguidores, los creyentes, a imitarlo en esto: “… Más bien, propónganse no poner tropiezos ni obstáculos al hermano… No hagan tropezar a nadie, ni a judíos, ni a gentiles ni a la iglesia de Dios” (Romanos 14:13; 1 Corintios 10:32); los énfasis drásticos, las radicales disyuntivas, los marcados contrastes y las demandas absolutas que Cristo hace a los hombres resultan ofensivas y escandalosas para el hombre de hoy, que vive bajo la influencia y el dominio del autocomplaciente y engañoso sistema de valores del mundo, diseñado exclusivamente para la inmediata gratificación del cuerpo y del ego. Porque el evangelio contiene un aspecto escandaloso, ofensivo para la mentalidad secular del cual no puede ni debe ser despojado, pues es justamente este aspecto el que constituye su gloria y su singularidad. Por eso, sin perjuicio de su instrucción para no escandalizar sin razón a nadie, al mismo tiempo el Señor Jesucristo cuestionó a quienes se mostraban ofendidos y escandalizados por Sus palabras, sin proceder a suavizar nada de lo dicho, como lo registra el apóstol Juan en su evangelio: “Al escucharlo, muchos de sus discípulos exclamaron: «Esta enseñanza es muy difícil; ¿quién puede aceptarla?» Jesús, muy consciente de que sus discípulos murmuraban por lo que había dicho, les reprochó: -¿Esto les causa tropiezo?” (Juan 6:60-61), dejándolos más bien en completa libertad de irse, para su propio perjuicio, si es que lo que escuchaban de su boca no les gustaba de algún modo
Tropezando en el evangelio
21 julio, 2022
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“Debemos procurar no escandalizar sin necesidad a nadie, pero sin privar al evangelio de su bendito escándalo, que es su gloria”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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