Volviendo con la dosis de aflicción que la vida nos depara, conforme a la advertencia en este sentido hecha por el Señor Jesucristo; la aflicción puede tener diferentes intensidades que van desde las molestias cotidianas que nos generan contrariedad alterando nuestros planes y nuestro curso de acción inmediato, sacándonos momentáneamente de balance; hasta las verdaderas desgracias o pérdidas traumáticas, dolorosas e irreversibles que nos obligan a modificar de manera drástica todo el curso de nuestras vidas, pasando por los eventos calamitosos que, a pesar de la aflicción que nos generan, tienen sin embargo solución y pueden corregirse si nos enfocamos a hacerlo con atención y esfuerzo reconcentrado. El problema, es pues, aquí, reaccionar de una manera desproporcionada para las circunstancias, convirtiendo las molestias o calamidades que tienen solución en verdaderas tragedias sin solución en lo que suele designarse como “hacer una tormenta en un vaso de agua”. De modo paradójico, a veces estamos dispuestos a asumir las calamidades y tragedias de la vida con mayor entereza y serenidad que las molestias cotidianas que nos salen al paso sin previo aviso, ante las que reaccionamos de forma desmedida, perdiendo la compostura, como le sucedió al profeta Jonás al enfurecerse con Dios porque cambió de parecer al perdonar a los habitantes de Nínive como respuesta a su arrepentimiento, al punto de querer morirse por esta causa: “Así que ahora, Señor, te suplico que me quites la vida. ¡Prefiero morir que seguir viviendo!” (Jonás 4:3)
Tormentas en vasos de agua
6 diciembre, 2021
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“Es cierto que la vida tiene drama y tragedia, pero somos nosotros quienes a veces convertimos una molestia en un drama trágico”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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