Dejados a nuestra suerte los demonios, con Satanás a la cabeza, son enemigos formidables, sutiles, pero muy poderosos y astutos, contra quienes no tendríamos ni la más remota posibilidad de victoria si no fuera porque Cristo delegó en nosotros su autoridad sobre ellos, comenzando por los apóstoles: “Habiendo reunido a los doce, Jesús les dio poder y autoridad para expulsar a todos los demonios y para sanar enfermedades…” (Lucas 9:1), haciéndola luego extensiva a los 72: “Cuando los setenta y dos regresaron, dijeron contentos: -Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre” (Lucas 10:17) y a todos y cada uno de los creyentes en la iglesia: “Estas señales acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios…” (Marcos 16:17). Esta feliz circunstancia, unida al hecho de que Cristo nos reveló a través de su Palabra las artimañas que estos personajes utilizan contra nosotros: “para que Satanás no se aproveche de nosotros, pues no ignoramos sus artimañas” (2 Corintios 2:11), cambian por completo la perspectiva y nos concede tal ventaja sobre ellos en la cotidianeidad de la vida práctica en el marco de lo que la Biblia llama “la batalla de la fe”, que Pablo pudo declarar con total convicción bajo la inspiración de Dios, ratificado por su propia experiencia personal que: “… estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo porvenir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor” (Romanos 8:38-39)
Tigre con burro amarrado
14 mayo, 2022
2 Lectura mínima
“La batalla que aún libramos contra el diablo es pelea de tigre con burro amarrado y el burro no somos nosotros precisamente”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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