La cruz es un patíbulo que evoca sufrimiento y vergüenza y, en el caso de Cristo, la abnegación para asumir de manera voluntaria lo que la cruz conlleva. Tomar, pues, la cruz cada día para seguir a Cristo en el discipulado al que todos los creyentes estamos llamados, implica también estar dispuestos a afrontar voluntariamente el sufrimiento y la vergüenza que nuestra fidelidad al evangelio nos pueda eventualmente deparar, en vista de la oposición y hostilidad que el mundo siempre manifestará en mayor o menor grado hacia él. Con todo, el sufrimiento forma parte de la vida humana en las condiciones actuales de la existencia, aún al margen de la fe y con frecuencia en mayor grado con independencia de ella. Por eso, si el sufrimiento es algo ineludible en la vida, es preferible sufrir y ser señalados, menospreciados o discriminados por razón de nuestra fidelidad y compromiso con la verdad, el bien y lo que sea justo, que por cualquier otra causa diferente, como lo indica el apóstol: “Si es la voluntad de Dios, es preferible sufrir por hacer el bien que por hacer el mal” (1 Pedro 3:17). Nos guste o no, todos tenemos, pues, una cruz que llevar en esta vida, ya sea que lo hagamos sin Cristo o con Cristo, lo cual convierte la decisión de negarnos a nosotros mismos para seguirlo, llevando cada día nuestra cruz con Su comprensión, apoyo y determinante respaldo; la decisión más racional, sabia y conveniente que podríamos tomar, como nos invita Cristo a hacerlo: “Dirigiéndose a todos, declaró: -Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, lleve su cruz cada día y me siga” (Lucas 9:23)
Llevando la cruz con Cristo
15 mayo, 2022
2 Lectura mínima
“En esta existencia todos debemos llevar una cruz, ya sea que decidamos llevar la de Cristo con su ayuda o la del mundo sin ayuda”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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