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Solidaridad sin exclusividad

“La comunión cristiana no puede hacernos olvidar el vínculo que también nos une y obliga con los demás, aunque sean incrédulos”

La solidaridad que estamos llamados a mostrar a nuestros semejantes y nuestra disposición de ayuda y de servicio hacia ellos, está determinada por su cercanía y la fortaleza y proximidad de los diferentes lazos biológicos y afectivos que nos vinculan los unos a los otros, siendo así que los vínculos consanguíneos suelen ser ─y deberían ser en términos normales─ los que tienen precedencia. Sobre todo, ante la imposibilidad de ayudarlos a todos como lo desearíamos, por lo que nadie podría acusarnos de preferencias injustas, caprichosas o arbitrarias si en estos casos le damos prelación a nuestros familiares sobre quienes no lo son. Pero la fe en Cristo también crea vínculos muy fuertes entre quienes la comparten. Tanto, que en ocasiones pueden llegar a competir y a adquirir en el seno de la iglesia la misma o mayor importancia aún que los vínculos consanguíneos que nos unen con parientes no creyentes. Sea como fuere los vínculos fraternales, más de carácter espiritual que consanguíneo que la fe genera, tampoco pueden hacernos olvidar que, en un sentido amplio, todos los seres humanos estamos unidos por lazos de sangre,como lo dijo el apóstol: “De un solo hombre hizo todas las naciones para que habitaran toda la tierra; y determinó los períodos de su historia y las fronteras de sus territorios” (Hechos 17:26), por lo que si bien en principio nuestros familiares y nuestros hermanos en la fe tienen prioridad en cuanto a nuestra obligación moral de ayuda, esta prioridad no significa exclusividad y, en último término, la justicia nos obliga para con todos en algún sentido si de no caer en condenables discriminaciones se trata.

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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