Decía C. S. Lewis que: “Dios no ha querido que la distinción entre pecado y deber dependa de sentimientos sublimes”. Hacer lo correcto no tiene que ver entonces con la manera en que nos sentimos al hacerlo, pues si bien en ocasiones hacer el bien puede estar motivado por sentimientos nobles y sublimes que nos inspiran a hacerlo, en muchos otros casos no funciona de este modo y debemos de cualquier modo obrar con justicia y rectitud al margen de que nuestros sentimientos no estén alineados ni correspondan con lo que hacemos sino que, incluso, nos impulsen en dirección contraria. La crisis de responsabilidad que se vive en la sociedad occidental se debe a la tiranía de los sentimientos que nos lleva a exigir derechos tan ambiguos y sofisticados como el llamado “derecho al libre desarrollo de la personalidad”, el “derecho a elegir” y hasta el ya postulado y cuestionable “derecho a la felicidad”, en aras de “sentirnos bien”. Es por eso que la Biblia no se refiere a nuestras responsabilidades en términos de sentimientos, sino de deberes mutuos que debemos cumplir al margen de los sentimientos. En el evangelio el único “sentimiento” si se quiere que debe acompañar todas nuestras acciones éticas y morales es la satisfacción del deber cumplido y nada más, como se deduce de la instrucción del Señor: “Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les ha mandado, deben decir: ‘Somos siervos inútiles; no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber.’” (Lucas 17:10), sin que se mencionen en este caso como acompañantes necesarios la exaltación o el despliegue de sentimientos.
Sociedades de derecho
12 junio, 2022
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“Nos hemos convertido en sociedades de derecho en las cuales estamos muy prestos a exigir derechos al tiempo que eludimos deberes”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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