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Sin trompetas ni redoble de tambores

“Toda emoción o vivencia sobrenatural en la conversión constituye una ganancia que no añade ni quita nada de lo esencial a ella”

Decía Edith Schaeffer que: “En la vida real, los sucesos importantes no se anuncian. Las trompetas no suenan, ni se oye un redoble de tambores para avisarnos que vamos a conocer a la persona más importante de nuestra vida, o a leer lo más trascendental que hayamos leído, o a sostener la conversación más importante de todas… Por lo general, algo que va a cambiar nuestra vida se convierte en un recuerdo antes de que nos impresione. No tenemos la oportunidad de emocionarnos por este tipo de cosas antes de tiempo”. Una observación muy pertinente, pues el ser humano tiene la tendencia a idealizar las experiencias religiosas atribuyéndole tan sobrenatural carácter, que llega a imaginarlas como algo extraordinario, que impresionará sus sentidos y emociones de tal modo que a partir de ese momento se convertirá sin duda y con plena conciencia en el punto de quiebre y de inflexión para toda su vida posterior. La conversión a Cristo puede eventualmente tener estas características. Pero los creyentes que tienen este tipo de experiencia incuestionable son minoría, ya que la validez de una conversión no está determinada por la intensidad de la experiencia en sí. Pablo nos revela la sencillez que acompaña el acto de volvernos a Dios: “… que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo” (Romanos 10:6-9). Toda emoción o vivencia sobrenatural en este acto constituye un valor agregado que no añade ni quita nada de lo esencial o necesario a él, pues el acto de conversión tiene en sí mismo valor eterno, aunque sólo el tiempo nos permita apreciarlo

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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