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Fórmula mágica u oración de fe

“Dios no es una fuerza a la que recurrimos con una fórmula mágica, sino un Ser personal que puede ser invocado por Su nombre”

La invocación es un ejercicio mágico o religioso por igual, que puede tomar la forma de súplica en la oración o la del hechizo manipulador que intenta conjurar poderes sobrenaturales a nuestro favor. La Biblia avala la primera de estas formas y condena la última, siendo ambas, por lo tanto, mutuamente excluyentes en el contexto cristiano. Las fórmulas mágicas son propias, pues, de quienes quieren manipular los poderes espirituales y no propiamente someterse de buena gana en obediencia a Dios con la confianza que Él amerita. Por eso, toda oración, en especial las oraciones convencionales que forman parte de las diferentes liturgias tradicionales de la iglesia para cada ocasión, sin perder su utilidad orientadora e iluminadora en conformidad con la sana doctrina, no tienen en sí mismas poder, ni por las palabras exactas con las que se pronuncian, que admiten una amplia gama de posibilidades; ni por el hecho de obligar a Dios de ningún modo como si no tuviera más opción que responderlas en los términos en que las formulamos, despojándolo entonces de su soberanía. La llamada “oración de fe” descrita en Romanos 10:9-10 no tiene, pues, carácter mágico y pierde su eficacia si no procede de una genuina confesión del señorío de Jesús que marque un compromiso para toda la vida desde lo más íntimo del ser y sea, por tanto, la manifestación de una convicción personal profunda y sin reservas y de un arrepentimiento sincero delante de Dios.Esto es lo que Pablo quiso decir al concluir así su exposición de todo este asunto: “porque «todo el que invoque el nombre del Señor será salvo»” (Romanos 10:13).

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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