Sorprendentemente, tanto la moralidad secular como el legalismo religioso que reduce la práctica del cristianismo a una serie de normas y leyes detalladas de tipo ceremonial, ritual y conductual extemporáneas y carentes, por tanto, de fundamento; pueden llegar a ser fachadas que le permiten al individuo desentenderse del prójimo y de Dios con la conciencia engañosamente tranquila. Ambas, la moralidad y el legalismo, terminan entonces haciendo causa común para olvidar a Dios y al prójimo, al punto que muchos han optado simplemente por hacer de la moralidad su propia religión, convirtiéndola en el principal obstáculo y el pretexto más utilizado por los no creyentes para eludir su encuentro con Dios y la necesidad que tenemos de rendirnos por completo a Él en la persona de Cristo con arrepentimiento y fe. En efecto, una de las cosas más difíciles para el cristiano es llevarles el evangelio a esas personas que, en sus propias palabras, “no le hacen mal a nadie”, sumidos como están en la mediocridad de los estándares morales de la sociedad y que creen que eso es todo lo que le deben a Dios. Pero como lo dijo Timothy Keller: “Si existe un Dios, le debes todo, literalmente. Si existe un Dios, le debes mucho más que una vida decente y moral”. Por eso el Señor se dirigió así a los legalistas religiosos de su época y por extensión, a los moralistas de todo tipo de todas las épocas: “»¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que son como sepulcros blanqueados. Por fuera lucen hermosos pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de podredumbre” (Mateo 23:27)
Sepulcros blanqueados
23 marzo, 2022
2 Lectura mínima
““La moralidad y el legalismo no son siempre garantía de honrar a Dios como se debe, sino más bien señal de hipocresía religiosa”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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