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Sentir y pensar

“Hay cristianos a quienes les gusta actuar por lo que sienten sin tener que razonar. Pero la iglesia primitiva sentía y pensaba”

Sentir o pensar; el ahí el dilema de los creyentes, como si ambas actividades fueran mutuamente excluyentes. A juzgar por el auge de las iglesias pentecostales con su énfasis en el sentimiento más que en el pensamiento, parecería que la mayor parte de los creyentes y la misma humanidad en general, somos románticos perdidos y empedernidos, enfocados con especialidad en el sentimiento y las experiencias emocionales, y no en el pensamiento, el estudio y el razonamiento, con el consecuente peligro de terminar descuidando el estudio diligente de la Biblia y las siempre necesarias disciplinas relacionadas, como la teología y la apologética o defensa racionalmente argumentada de la fe. Pensar requiere, de cierto, mayor esfuerzo y voluntad que sentir, pero puede ser tanto o más provechoso en algunos casos, estableciendo bases más firmes, confiables y veraces para lo que finalmente sentimos, pues en realidad no hay oposición entre pensar y sentir, sino más bien una complementaridad entre ellos que nos enriquece y nos permite alcanzar el balance ideal al respecto, como sucedió con la iglesia primitiva que sentía, pero también pensaba: “Todos los creyentes eran de un solo sentir y pensar…” (Hechos 4:32-35). Sentimiento y pensamiento son, pues, ambos derroteros de la vida cristiana, con la diferencia de que nuestro control sobre los sentimientos es casi nulo, pues no podemos programarnos para sentirnos de tal o cual manera, o inducir a voluntad experiencias extáticas de carácter emocional, pero sí tenemos mucho más control sobre lo que pensamos y sobre todo aquello que decidimos estudiar y reflexionar.

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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