Sacrificio es una palabra que, en el campo de la religión, evoca una ofrenda cruenta, es decir, con derramamiento de sangre, por parte de quien lo ofrece, con una víctima que muere en el proceso. Pero un sacrificio no requiere, por fuerza, de derramamientos de sangre que culminen en la muerte, pues un sacrificio es en principio un acto de abnegación por el que decidimos privarnos voluntariamente de cosas que podrían atraernos y ser, incluso, lícitas, inspirados en el amor y el compromiso con alguien que justifica estas privaciones voluntarias, debido a los valores superiores asociados a él y los beneficios mayores alcanzados al hacerlo. Es por eso que en el evangelio, aunque ya no se requiere de los creyentes los sacrificios cruentos contemplados en el ritual sacrificial del Antiguo Testamento ordenado en la ley mosaica ─pues Cristo es el punto culminante y final al que todo este ritual apuntaba y prefiguraba─; sí se requiere de nosotros los creyentes otro tipo de sacrificios en la medida en que somos constituidos por Dios como sacerdotes al servicio de Su causa. Entre estos sacrificios a los que podríamos llamar “virtuales”, para diferenciarlos de los sacrificios literalmente cruentos con muerte incluida, se destaca el descrito así por el apóstol Pablo en la epístola a los Romanos, que adquiere de este modo un carácter normativo para todos los creyentes en toda circunstancia, como señal distintiva de su condición de cristiano: “Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios” (Romanos 12:1)
Sacrificio vivo
5 meses ago
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“Aunque necesario a veces, es inusual que Cristo nos pida morir por Él. Lo que nos pide más bien es que vivamos por Él y para Él”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Estoy casado con Deisy y tengo dos hijos: Mateo y María José. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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