El evangelio es sencillo, apto para todas las personas, pues Dios no discrimina a nadie. Pero al mismo tiempo, su revelación en la Biblia es muy profunda, pues sencillez no es sinónimo de superficialidad. No es para menos, ya que refleja los propios pensamientos de Dios. Al abordarlo, entonces, debemos evitar enfatizar en exceso, tanto su sencillez, como su profundidad. Porque lo primero nos deja frecuentemente con ritualismos insustanciales y vacíos, cuyo sentido no entendemos, o con emocionalismos superficiales y pasajeros, ninguno de los cuales transforma para bien a quienes los experimentan. Y lo último, como suele hacerlo la teología académica, lo convierte en una doctrina elitista de difícil acceso para el hombre común, dando lugar al estereotipo del teólogo encerrado en su torre de marfil. Debemos honrar y balancear adecuadamente ambos aspectos del evangelio y de la revelación: su sencillez y su profundidad simultáneas, sin olvidar que, así como sencillez no es sinónimo de superficialidad, tampoco complejidad lo es de profundidad. Por el contrario, lo sencillo puede ser muy profundo, mientras que lo complejo puede ser, no obstante, muy superficial, ambiguo y, por lo mismo, también confuso, prestándose de este modo a las maquiavélicas maquinaciones de los que, más que convencer y argumentar con honestidad y la razón y los hechos de su lado, lo que buscan es confundir. Después de todo: “¡Qué profundas son las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Qué indescifrables sus juicios e impenetrables sus caminos! «¿Quién ha conocido la mente del Señor, o quién ha sido su consejero?»” (Romanos 11:33-34).
La profunda sencillez
6 enero, 2023
2 Lectura mínima
“No es lo mismo lo sencillo que lo simple. La Biblia es sencilla pero profunda, mientras que lo simple suele ser superficial”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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