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Rindiéndonos a la gracia

“La fe consiste en rendirnos a la gracia de Jesucristo que está siempre dispuesto a añadir mayores cualidades a nuestro carácter”

Lo que la Biblia llama “la plenitud de Dios” es, entre otros, un desborde de abundancia de Su parte que justifica la afirmación que Santiago hace en el sentido que: “Dios… da a todos abundantemente y sin reproche…” (Santiago 1:5). Por supuesto, esto no se refiere propiamente a bienes materiales, aunque tampoco los excluye de manera necesaria, sino a bienes espirituales o intangibles, como la sabiduría, en este caso. Pero esta generosidad de Dios está vinculada a Jesucristo y demostrada fundamentalmente en Él y por medio de Él, al punto que el apóstol Juan, refiriéndose al Verbo de Dios encarnado como hombre en la persona de Cristo, declara que: “De su plenitud todos hemos recibido gracia sobre gracia” (Juan 1:16), haciendo enseguida la siguiente puntualización: “pues la ley fue dada por medio de Moisés, mientras que la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo” (Juan 1:17). Porque la ley operaba bajo el principio de la justicia estricta por la cual Dios da a cada cual lo que cada cual se merece. Pero la gracia, una vez que la justicia divina queda satisfecha en la cruz mediante el sacrificio vicario de Jesucristo a nuestro favor, se desborda en bendiciones y dones inmerecidos, comenzando por la misericordia por la cual Dios no condena a los redimidos, aun cuando todos sin excepción lo merezcamos por causa de nuestros múltiples pecados, y terminando en la gracia por la cual Dios obra en todos los suyos de una manera tan generosa para añadir a su carácter todo tipo de cualidades, que justifica lo dicho por Philip Yancey cuando sostiene que la gracia es la última de las grandes palabras

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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