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El velo de la gloria

“La gloria de Dios se revela bien a través del velo de la humillación que caracterizó el paso por la tierra del Verbo hecho hombre”

Volviendo con la gloria y la manera de alcanzarla, y dando ya por descontado que la verdadera gloria solo puede obtenerse en Dios y en unión con Él; hay que precisar que esta unión con Dios sólo la obtenemos gracias a la fe en Cristo. Una fe que nos conduzca a compartir la gloria que caracterizó y sigue caracterizando a Aquel que la ostenta en sí mismo en grado sumo y por derecho propio: Jesucristo, Dios hecho hombre. Porque la Gloria de Dios es esplendor de luz verdadera y participación en la vida auténtica, aquella que sí vale la pena ser vivida. Y para participar de ella debemos abrir los ojos, como lo hicieron los discípulos en la transfiguración del Señor en el monte Tabor, llamado por ello el monte de la Transfiguración, y contemplarla en Jesucristo a través del velo de la humillación que caracterizó Su paso por la tierra, pues este velo no puede ocultarla por completo al que observa con atención honesta y desprejuiciada. Y es que la gloria verdadera, la que perdura y no puede ser opacada por nada, es la que se obtiene, por oposición a la vanagloria de la vida ofrecida por el mundo y que pretende continuamente usurparla, en el camino de Cristo de la humillación y el servicio a los demás. Porque como lo dijo Alfonso Ropero: “La gloria del hombre consiste en ser luz y reflejo del ser divino… la participación en el ser mismo de Dios, que es nuestro ser más auténtico, lo más propio de nosotros mismos”.Ya lo dijo el apóstol: “Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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