La expresión “chivo expiatorio” tiene su origen en la Biblia, en la ceremonia ordenada por Dios en la ley para llevarse a cabo una vez al año en el justamente llamado “día de la expiación”, en el que se apartaban dos chivos o machos cabríos y se designaban al azar, uno de ellos, para ser sacrificado a Dios, mientras que el otro, se enviaba al desierto y se abandonaba allí, haciendo recaer sobre él la culpa de todos los pecados del pueblo. Hoy por hoy esta expresión se usa para designar a una persona o grupo de personas a quienes se quiere hacer culpables de algo con independencia de su inocencia, para servir a los fines del inculpador, que busca con ello ser eximido de su propia culpa al respecto al dirigir la mirada de todos hacia aquel a quien se quiere acusar, en muchos casos de manera injusta, para eludir así la responsabilidad personal en el asunto, brindando de este modo, de manera muy conveniente, alguien a quien condenar por esta causa ante las exigencias de la opinión pública. Pero el evangelio no tiene que ver con chivos expiatorios a quienes inculpar para evadir nuestra responsabilidad ─tales como Satanás, la carne y el mundo─ sin que nada cambie; sino con el Cordero Dios que quita el pecado del mundo, quien en virtud de la fe en Él y la confesión y el auténtico arrepentimiento que la acompaña, transforma para bien las vidas de quienes se rinden a Él, justificando la presentación que Juan Bautista hizo de Él delante de sus seguidores con las siguientes palabras: “Al día siguiente Juan vio a Jesús que se acercaba a él, y dijo: «¡Aquí tienen al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!” (Juan 1:29)
Chivos expiatorios
7 julio, 2022
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“Es un error hacer de Satanás, la carne y el mundo ineficaces chivos expiatorios en vez de acudir arrepentidos al Cordero de Dios”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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