Hay un proverbio chino que dice: “Si no quieres que se sepa, no lo hagas”. Algo a tener en cuenta, pues una de las erróneas presunciones que propician el pecado y el delito es la engañosa creencia de que, si logramos ocultar nuestros actos censurables y vergonzosos, podremos evitar el castigo que merecen. No en vano la impunidad siempre ha generado un incremento del delito, ya que: “Cuando no se ejecuta rápidamente la sentencia de un delito, el corazón del pueblo se llena de razones para hacer lo malo” (Eclesiastés 8:11). Por eso, puede que esta presunción sea válida en relación con la justicia humana, pero no lo es en lo que concierne a la justicia divina. No hay nada en absoluto que esté oculto a los ojos de Dios en virtud de su omniciencia y omnipresencia, pues: “Ninguna cosa creada escapa a la vista de Dios. Todo está descubierto, expuesto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas” (Hebreos 4:13), de modo que, a su tiempo, Dios manifestará toda obra escondida y toda intención secreta o encubierta; con frecuencia cuando menos lo esperamos, quedando así expuestos a la vergüenza y el inclemente escarnio público, como pudieron comprobarlo, entre otros, Adán, Caín, Judá, Moisés, Acán, David, Giezi y Ananías y Safira entre otros personajes, al intentar ocultar infructuosamente sus faltas en conocidos episodios bíblicos. Así, pues, un buen criterio para evaluar si lo que hacemos es correcto, es pensar cómo reaccionaríamos si se hace público, pues: “No hay nada encubierto que no llegue a revelarse, ni nada escondido que no llegue a conocerse” (Lucas 12:2)
Revelando lo escondido
26 mayo, 2022
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“Definitivamente, un buen criterio para evaluar si lo que hacemos es correcto es pensar en cómo reaccionaríamos si se hace público”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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