Decía Martin Buber que: “Nada oculta más el rostro de nuestro prójimo que la moralidad, y nada oculta más el rostro de Dios que la religión”, puesto que, como ya lo señalábamos, la moralidad y la religión pueden llegar a ser fachadas que le permiten al individuo desentenderse del prójimo y de Dios con la conciencia engañosamente tranquila. Los moralistas religiosos defienden, pues, con ardiente celo una moralidad en la cual el prójimo deja de ser un fin para convertirse tan sólo en una excusa para promover la moralidad, como lo denunció el Señor en su momento: “Un sábado, al cruzar Jesús los sembrados, sus discípulos comenzaron a arrancar a su paso unas espigas de trigo. -Mira -le preguntaron los fariseos-, ¿por qué hacen ellos lo que está prohibido hacer en sábado? Él les contestó: -¿Nunca han leído lo que hizo David en aquella ocasión, cuando él y sus compañeros tuvieron hambre y pasaron necesidad? Entró en la casa de Dios cuando Abiatar era el sumo sacerdote, y comió los panes consagrados a Dios, que sólo a los sacerdotes les es permitido comer. Y dio también a sus compañeros. »El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado -añadió-” (Marcos 2:23-27). Es sintomático que, en el propósito de reconciliar a las personas con Dios y sensibilizarlas de paso a las necesidades del prójimo, el cristianismo haya encontrado en la moralidad tal vez el obstáculo más grande, mediante el ya clásico y engañoso pretexto de quienes “no le hacen mal a nadie”, argumentando con base en esto que ellos, en realidad, no necesitarían ni a Dios ni al evangelio de Cristo.
Religiosidad y moralismo
9 abril, 2022
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“La religiosidad y el moralismo son únicamente poses para poder desentenderse de Dios y del prójimo con la conciencia tranquila”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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