Razonar es una facultad exclusivamente humana, producto de la imagen y semejanza divinas plasmadas en cada uno de los hombres por Dios en el momento de crearnos. Es justamente la capacidad de razonar que compartimos con Dios −la fuente misma del razonamiento en todo el universo− la que nos permite relacionarnos con Él de manera tan estrecha, consciente e íntimamente personal por medio de la fe en Cristo y la relación dialogal que establecemos con Él en la oración. La razón es también la base del entendimiento con nuestros semejantes en donde quiera que exista una persona humana, pues gracias a ella podemos argumentar y ponernos de acuerdo con los otros con miras a una satisfactoria comprensión mutua y a la sana, armónica, respetuosa, constructiva y pacífica convivencia en el marco de las diferentes sociedades que han existido a lo largo de la historia humana. Pero la caída en pecado de nuestros primeros padres afectó todos los aspectos de nuestro ser, incluyendo nuestra capacidad de razonar, de donde a partir de entonces muchos de nuestros razonamientos no son tan razonables como lo pensamos, viciados como están por motivaciones pecaminosas encubiertas que pervierten el recto ejercicio de la razón, como lo confirma la Biblia: “En ese mismo instante supo Jesús en su espíritu que esto era lo que estaban pensando. -¿Por qué razonan así? -les dijo-… A pesar de haber conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se extraviaron en sus inútiles razonamientos, y se les oscureció su insensato corazón” (Marcos 2:8; Romanos 1:21)
El extravío de la razón
8 abril, 2022
2 Lectura mínima
“No todos los que razonan llegan a ser razonables, pues siempre es posible razonar mal y sacar conclusiones equivocadas”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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