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La razonable confianza en Dios

“Gracias a que Dios ha demostrado muchas veces ser digno de confianza, confiar en Él aun en la adversidad es una sabia decisión”

En la Biblia encontramos abundantes invitaciones a creer, al punto que no puede discutirse que la fe es tal vez la virtud más fundamental y distintiva del cristiano. Pero fe no significa lo mismo que credulidad. Dios busca gente creyente, no gente crédula. La credulidad es creer en algo sin razones valederas, de modo que, en cierto modo, tanto el ateísmo como la superstición apelan a la credulidad; mientras que la fe siempre cuenta con una solvente base racional y empírica que no nos exime, sin embargo, de la decisión siempre consciente y voluntaria de colocar nuestra confianza en Quien creemos, aunque no tengamos en el momento todas las garantías que nos gustaría tener. Garantías que son de sobra compensadas por el carácter de Dios y el hecho de que, mediante su providencia, Él ya ha demostrado una y muchas veces ser eminentemente digno de nuestra confianza, por lo que el creyente tiene razones más que suficientes para afirmar que confiar en Dios aún en circunstancias abiertamente adversas es una decisión inteligente. Al fin y al cabo: “… la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve“ (Hebreos 11:1). Por eso también el apóstol Pablo puntualizó: “Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero, si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia” (Romanos 8:24-25). Y la constancia de la fe se demuestra, precisamente, en los momentos de adversidad en los que Dios se dirige a nosotros para decirnos simplemente: “…-No tengas miedo; cree nada más” (Marcos 5:36)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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