De manera temprana, en Deuteronomio 30:12, Moisés anticipó el evangelio refiriéndose así al mandamiento de Dios y nuestra capacidad para obedecerlo: “No está arriba en el cielo, para que preguntes: ‘¿Quién subirá al cielo por nosotros, para que nos lo traiga, y así podamos escucharlo y obedecerlo?’”, dejando sin piso la pretensión de alcanzar la aprobación de Dios mediante méritos, esfuerzos y heroísmos personales, como si reconciliarnos con Él requiriera de nuestra parte una lucha épica para lograrlo, al mejor estilo del mito griego de Prometeo robando el fuego de los dioses para darlo a los hombres. Y Pablo retoma esta idea en Romanos para asegurarnos que nuestra redención se alcanza únicamente mediante la fe en Cristo yno demanda mérito o esfuerzo humano alguno, pues Él ya ha hecho todo lo necesario para nuestra salvación, según lo dicho también en Deuteronomio 30:14: “¡No! La palabra está muy cerca de ti; la tienes en la boca y en el corazón, para que la obedezcas”. A partir de Cristo la salvación está, pues, cerca y al alcance de todos, a la distancia de una sencilla y sincera oración, como lo ratifica el apóstol: “Pero la justicia que se basa en la fe afirma: «No digas en tu corazón: ‘¿Quién subirá al cielo?’ (es decir, para hacer bajar a Cristo), o ‘¿Quién bajará al abismo’ » (es decir para hacer subir a Cristo de entre los muertos).¿Qué afirma entonces? «La palabra está cerca de ti; la tienes en la boca y en el corazón.» Ésta es la palabra de fe que predicamos: que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo” (Romanos 10:6-9)
¿Quien subirá al cielo?
“Por buscar a Dios en las alturas o en las profundidades no hemos notado que siempre ha estado más cerca de lo que pensamos”
Todo lo estimo como basura con el fin de ganarlo a el, Gracias por mi salvación sin merecerlo el me miro antes de que yo lo mirara
Así es