Una de las formas de poner a prueba los motivos de aquellos que predican un modelo de vida o una visión del mundo determinada, han sido siempre los frutos que muestren en su vida cotidiana. Pero esto no se refiere sólo a la moralidad de su conducta, que debe ser coherente con la ética que se predica; sino también a la correspondencia entre su visión del mundo y la vida práctica, de modo que además de comprobar si viven lo que predican, también evaluemos si el estilo de vida que promueven corresponde con los hechos establecidos tal como los experimentamos a diario. Visto así, doctrinas como la del superhombre de Nietzsche, la dictadura del proletariado de Marx, y la sexualidad como factor determinante de la conducta humana de Freud, han mostrado no ser más que ideologías incongruentes con la realidad, pues su implementación fracasó, según lo vemos en el nazismo que puso a prueba a Nietzsche, el comunismo que puso a prueba a Marx y el amor libre que desde los años 60 viene poniendo a prueba a Freud, cuyos resultados están lejos de elevar la calidad de la vida humana y cumplir sus insustanciales promesas sino que más bien la degradó y dejó profundamente insatisfechos a todos sus esperanzados seguidores, de donde concluimos que no es posible vivir por ellas. Sin mencionar que, como lo dice el historiador Paul Johnson: “Ni Marx ni Freud aplicaban sus teorías al hogar y a la familia…”, y Nietzsche, que sí intentó ser consecuente, murió loco y enfermo de sífilis en un manicomio. Por eso: “»Cuídense de los falsos profetas… por sus frutos los conocerán” (Mateo 7:15-20)
Por sus frutos los conocerán
28 enero, 2022
2 Lectura mínima
“El fruto no desenmascara sólo a los falsos maestros del evangelio sino también a las falsas ideologías promovidas por el mundo”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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