Uno de los mayores contrasentidos en que puede incurrir un cristiano es dirigirse a Dios en la persona de Cristo como “Señor” y no brindarle obediencia total e irrestricta, pues si algo implica el nombre propio “Señor” para referirse a Dios, es la completa sujeción y obediencia a Aquel a quien nos dirigimos de este modo. Es tal el contrasentido que en el evangelio el Señor lo deja expuesto con estas puntuales palabras: “»¿Por qué me llaman ustedes ‘Señor, Señor’, y no hacen lo que les digo?” (Lucas 6:46). El cristianismo no es, pues, meramente un medio para relacionarse y reconciliarse con Dios en la persona de Cristo gracias a Sus méritos en Su muerte y resurrección y asegurar de este modo nuestro destino final mediante la salvación y la vida eterna, sino la aceptación de una vida de obediente servicio a Su causa en este mundo con la certeza y convicción de que eso es para lo que fuimos creados, y de que ésta será la única manera de tener éxito y sentirnos realizados en la vida, trascendiendo nuestro breve marco temporal en la historia humana para poder así dejar un legado memorable para la posteridad. Conocer y hacer, pues, lo que nos dice Dios a través de Su Palabra, la Biblia, es entonces fundamental para la vida cristiana, algo que lamentablemente ignoran olímpicamente una mayoritaria proporción de quienes se declaran cristianos de nombre y guardan incluso de manera externa y mecánica las solemnidades y formas rituales del cristianismo, pero no adoran a Dios de corazón, como corresponde, ni mucho menos obedecen sus preceptos, la mayoría de los cuales ni siquiera conocen.
¿Por qué me llaman Señor, Señor?
10 mayo, 2022
2 Lectura mínima
“La conversión es más que el acto por el cual llegamos a ser salvos por la fe en Cristo. Es un compromiso de servicio a su causa”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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