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Segmentos

Jesucristo, Señor y Salvador

“No podemos recibir a Cristo como Salvador si no estamos dispuestos también a recibirlo y reconocerlo sin reservas como Señor”

John Stott advertía que: “… no debemos separar a Jesús el Salvador de Jesús el Señor… Es precisamente porque es Señor que puede salvar”. Ciertamente, al abordar el misterio de Dios encarnado en la persona de Jesucristo es posible distinguir pero no separar su identidad de sus acciones y enseñanzas, ni su humanidad de su divinidad, pues Cristo posee una unidad imposible de dividir en partes. Es por eso que, en especial en lo que tiene que ver con Él, separar verdades que van unidas puede ser fatal para su correcta comprensión, pues si separamos a Cristo como Salvador de Cristo como Señor no lograremos enfocar con claridad ninguna de estas dos importantes facetas de su personalidad y terminaremos colocando el énfasis en una de ellas en detrimento de la otra. De hecho, es común que los cristianos apelen a Cristo como Salvador, pero hagan caso omiso de su condición de Señor, no tanto porque no le atribuyan este título, sino por no comprender su significado y las implicaciones prácticas que conlleva para sus vidas. Pero aceptar a Cristo como Salvador nos impone aceptarlo también como Señor, pues ambos son como las dos caras de una misma moneda. Y si bien este último título aplicado a Cristo es, como ya se dijo, un reconocimiento explícito de su condición divina; también debe ser la aceptación de su derecho a gobernar nuestra vida y de nuestro deber de brindarle nuestra obediencia sin reservas, como Él mismo lo declaró al denunciar nuestros sesgos al respecto diciendo: “»¿Por qué me llaman ustedes ‘Señor, Señor’, y no hacen lo que les digo?” (Lucas 6:46)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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