Todas las circunstancias históricas, documentales, testimoniales y existenciales que giran alrededor de la proclamada resurrección de Cristo, tal y cómo han podido ser estudiadas y corroboradas con honestidad y sin actitud prejuiciada por historiadores y especialistas de las más diversa procedencia y trasfondo, apuntan de lejos a ella como la mejor y la única explicación coherente y consistente a la tumba vacía, convergiendo en la resurrección de Cristo y encontrando únicamente en ella sentido, marcando de este modo una diferencia abismal entre el cristianismo y todos los demás sistemas espirituales de la historia, tal como la que existe entre el grano y la paja. El Señor Jesucristo sabía, entonces, muy bien de lo que hablaba, al punto de jugarse toda Su credibilidad al hecho de su anunciada resurrección, de donde todo lo previamente dicho por Él, por sugestivo, estimulante y motivador que pudiera ser para sus seguidores, no pasaría de ser un garrafal engaño si la resurrección no hubiera llegado a tener lugar, como en efecto tuvo lugar. Las mismas palabras del Señor durante su ministerio público de poco más de tres años, anticipaban de tal modo y de muchas maneras su resurrección para vencer a la muerte y revelarnos así la vida eterna; que el apóstol Pedro respondió con resolución y de manera casi intuitiva e inmediata la desafiante pregunta que el Señor le dirigió en su momento a los discípulos: “-¿También ustedes quieren marcharse? -Señor -contestó Simón Pedro-, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído, y sabemos que tú eres el Santo de Dios” (Juan 6:67-69)
Palabras de vida eterna
24 julio, 2022
2 Lectura mínima
“Nadie más que Cristo tiene palabras de vida eterna, pues nadie más que Él ha regresado victorioso de la muerte para contarlo”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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