Decía William Gladstone que:“Para entender la vida de un hombre, es preciso saber no sólo aquello que hace, sino también lo que a propósito deja de hacer. El trabajo que pueden producir el cuerpo y el cerebro humanos tiene un límite, y es sabio aquel que no desperdicia energías en las labores para las que no está capacitado; y más sabio aún es quien, entre las cosas que sabe hacer bien, elige las mejores, y las realiza con perseverancia”. En este orden de ideas, la auténtica conversión genera transformaciones visibles en las personas, entre las cuales se halla la creciente disposición a escoger y decidirse por aquellas opciones estimadas como buenas o correctas desde la perspectiva bíblica, al tiempo que se rechazan y abandonan las que se consideran malas o pecaminosas en la misma perspectiva. Pero no basta con aprender a elegir lo bueno, sino que debemos tratar, además, de elegir lo mejor, algo que solo logran quienes son conscientes no sólo de lo que es correcto, sino de sus dones, habilidades y talentos particulares y que les puede, por tanto, conceder ventaja para que aquello que emprenden no sea solamente bueno, sino excelente, o dicho de otro modo, lo mejor. Esto no es más que ser conscientes de lo que la Biblia llama nuestra “medida de fe”: “Por la gracia que se me ha dado, les digo a todos ustedes: Nadie tenga un concepto de sí más alto que el que debe tener, sino más bien piense de sí mismo con moderación, según la medida de fe que Dios le haya dado” (Romanos 12:3). Así evitaremos involucrarnos ─y fracasar de paso─ en tareas para las cuales no estamos debidamente preparados y que exceden nuestras competencias.
Nuestra medida de fe
9 enero, 2023
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“La satisfacción no surge de los muchos proyectos realizados, sino de los pocos que se ajustan a nuestro llamado y medida de fe”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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