Es cierto que, como ya lo hemos dicho, la vida, y en particular la humana, es sagrada; pero eso no significa que sea el valor supremo de la existencia, como nos lo recuerdan los mártires de la iglesia siempre dispuestos a sacrificar sus vidas por valores superiores a la vida misma, tales como lo que la Biblia llama “vida eterna” o la vida venidera, una vida de una calidad incomparablemente superior a ésta, reservada por Dios para todos los creyentes en Cristo. Pero el aspecto trágico en este cuadro es que para el no creyente esta vida es todo lo que existe, o por lo menos, lo mejor que puede llegar a poseer, aun en el mejor de los casos, de donde al perder esta vida lo pierde todo; mientras que para el creyente esta vida, incluso en el peor de los casos, es tan sólo una añadidura o un mero abrebocas de la vida verdadera que Dios ha preparado para los suyos cuando Cristo regrese a establecer su reino en la Tierra mediante la resurrección de los muertos y la transformación de nuestros cuerpos mortales y corruptibles en cuerpos inmortales e incorruptibles, adaptados para habitar en este mundo también completamente renovado y transformado por Dios al final de la historia. Se entiende, entonces, lo dicho por el Señor, ratificado a su vez por el apóstol: “»A ustedes, mis amigos, les digo que no teman a los que matan el cuerpo pero después no pueden hacer más… Mi ardiente anhelo y esperanza es que en nada seré avergonzado, sino que con toda libertad, ya sea que yo viva o muera, ahora como siempre, Cristo será exaltado en mi cuerpo. Porque para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia” (Lucas 12:4; Filipenses 1:20-21)
No temas a los que matan el cuerpo
28 mayo, 2022
2 Lectura mínima
“Cuando el incrédulo pierde la vida, lo pierde todo. Mientras que cuando el creyente muere obtiene su mayor ganancia”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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