La doctrina del infierno es difícil. Pero esto no es razón suficiente para desecharla, sin que al hacerlo estemos asumiendo un riesgo muy elevado para nuestro destino eterno. Porque la Biblia y el Señor Jesucristo afirman sin ambages su realidad, haciendo la salvedad de que el infierno no fue hecho en principio para los seres humanos, sino para el diablo y sus ángeles. El infierno es, pues, más que una metáfora. Es una realidad que nadie en sus cabales desearía confrontar. Con todo, Dios no envía a nadie al infierno. Si alguien llega allí, es a su pesar y en contra de sus deseos. Si la gente termina en el infierno es porque así lo quiso. Fue su decisión. Será un tormento voluntariamente escogido por haberse endurecido al punto de desaprovechar y menospreciar reiteradamente las oportunidades que Dios les dio en vida para arrepentirse y reconciliarse con él mediante la fe en Jesucristo. Y es que el infierno no está lleno de gente mala. Por supuesto, es muy probable que Hitler, Stalin o Pablo Escobar estén allí. Sin perjuicio de ello, lo cierto es que la mayoría de la gente que está en el infierno es gente “buena”, que aunque nunca mató ni robó, fue tan orgullosa y pagada de sí misma, que tampoco dobló nunca su rodilla ante su Creador ni rindió humildemente su vida a Él, sino que insistieron en vivir siempre de manera independiente, desafiante e indiferente a Dios y sin prestar atención a su solemne advertencia: “Les voy a enseñar más bien a quién deben temer: teman al que, después de dar muerte, tiene poder para echarlos al infierno. Sí, les aseguro que a él deben temerle” (Lucas 12:5)
El infierno, tragedia sin reversa
29 mayo, 2022
2 Lectura mínima
“El infierno, más que una metáfora, es una horrenda realidad escogida voluntariamente por quienes se resisten a Cristo sin remedio”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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