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Segmentos

No sucedió en un rincón

“La erudición mundana califica al evangelio de locura, pero al final los hechos dejarán bien establecida la sabiduría de éste”

El apóstol Pablo llamaba nuestra atención al hecho de que la predicación del evangelio de Cristo y su crucifixión era un “… motivo de tropiezo para los judíos, y… locura para los gentiles” (1 Corintios 1:23). Y, ciertamente, el mensaje del evangelio es una locura, no sólo porque para comprenderlo necesitamos la ayuda y convicción del Espíritu de Dios para derribar los prejuicios, prevenciones y la limitada y tendenciosa forma de pensar que caracteriza nuestra naturaleza caída y nos impiden aceptarlo; sino también porque es una genialidad tan sublime que contrasta drásticamente con la más excelsa sabiduría humana que, en especial en lo que concierne a la expiación de nuestros pecados en la cruz, va en contra de las convenciones y expectativas humanas. Cuando Pablo terminó la exposición del evangelio ante el rey Agripa y el gobernador romano Festo, éste le dijo: “… ‒¡Estás loco, Pablo!… El mucho estudio te ha hecho perder la cabeza” (Hechos 26:24), a lo que el apóstol replicó con confianza: “‒No estoy loco, excelentísimo Festo ‒contestó Pablo‒. Lo que digo es cierto y sensato. El rey está familiarizado con estas cosas, y por eso hablo ante él con tanto atrevimiento. Estoy convencido de que nada de esto ignora, porque no sucedió en un rincón” (Hechos 26:25-26). Es que el evangelio no se apoya en especulaciones, sino en hechos públicos y ciertos que están al alcance de cualquier persona desprejuiciada y honesta que quiera examinarlos, por lo que el llamado a acogerlo y rendirse a él es muy sensato y confirma lo dicho por el Señor: “…’ Pero la sabiduría queda demostrada por sus hechos” (Mateo 11:19)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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