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Los críticos de oficio

“No hay manera de tener contentos a los murmuradores pues si no te dan palo porque bogas, te dan entonces palo porque no bogas”

Los seres humanos, guiados por nuestros impulsos naturales, somos muy dados a la crítica y a encontrar defectos reales o imaginarios en todo y en todos. Esto es particularmente cierto en lo que tiene que ver con Dios y sus derechos sobre nosotros, sus criaturas; pues en este aspecto estamos más atentos a encontrar y señalar faltas en quienes se han sometido a Él y nos invitan a imitarlos, con el fin de hallar pretextos para no aceptar sus justos requerimientos y demandas sobre nuestras vidas. Juan Bautista fue criticado, por ejemplo, por el talante ascético de su ministerio profético, siendo como era un profeta austero y del desierto, de la vieja escuela de Elías, ataviado con pieles de animales y alimentándose de langostas y miel silvestre y nada dado a participar de las actividades urbanas, sociales y culturales de su época. Pero cuando nuestro Señor Jesucristo entra en escena, a pesar de su carencia de pecado y su absolutamente irreprensible carácter moral, lo critican justamente por todo lo contrario, es decir por su talante marcadamente sociable que, sin incurrir nunca en excesos ni avalar el pecado de nadie, participa abierta y gustosamente de la vida social de su época, dando lugar a la siguiente amonestación del evangelio: “»Porque vino Juan, que no comía ni bebía, y ellos dicen: ‘Tiene un demonio.’ Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: ‘Éste es un glotón y un borracho, amigo de recaudadores de impuestos y de pecadores.’…” (Mateo 11:18-19). Siendo así, no es de extrañar que su iglesia sea objeto de crítica continua, en gran medida sin un fundamento real.

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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