Si en algo tiene razón el siempre inquietante y cuestionable pluralismo moderno es en que, ciertamente, todo el mundo tiene derecho a sostener una opinión personal y a expresarla en ejercicio de la libertad de expresión, en la medida en que lo haga con respeto y sin ofender a quienes no la compartan, algo que lamentablemente no sucede en este mundo polarizado y radicalizado alrededor de los extremos, ventilados sin dificultad y con estridencia descalificadora hacia los demás a través de las redes sociales. En lo que se equivoca de lleno el pluralismo es en presumir que por el hecho de que todos tengan derecho a sostener y a expresar sus opiniones personales, todas ellas tienen el mismo peso y deben ser respetadas sin intentar refutarlas con argumentos más ceñidos a los hechos. En el campo doctrinal del cristianismo hay un cuerpo de dogmas que no están sujetos a las opiniones personales de los creyentes, en lo que se conoce en la Biblia como “la sana doctrina”, también llamada la “ortodoxia” cristiana, condensada en los tres credos de la iglesia primitiva. Estos dogmas son esenciales desde el punto de vista doctrinal y no admiten discusión si de ser cristianos se trata, pero en los demás temas no esenciales ─o lo que se conoce también como “adiáfora”─ hay libertad para suscribir diferentes opiniones teológicas más o menos fundamentadas en la Biblia, que no nos revela estos asuntos con la claridad y precisión que desearíamos, por lo que, en aras de la comunión y el entendimiento, debemos actuar de este modo: “Reciban al que es débil en la fe, pero no para entrar en discusiones” (Romanos 14:1)
No para entrar en discusiones
19 enero, 2023
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“No debemos hacer pasar las opiniones teológicas de nuestro grupo o denominación por dogmas revelados de obligatoria aceptación”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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