Muchos posan como neutrales en relación con asuntos que reclaman de ellos decisiones que no se atreven a descartar, pero tampoco a asumir. Esta forma de evadir la responsabilidad, posponiendo indefinidamente el momento de la decisión a favor o en contra de algo o alguien, es ya una toma de decisión al respecto, pues como lo decía Blondel: “No tengo el derecho de esperar o dejo de tener el poder de elegir”. Confundimos la neutralidad e imparcialidad con la vacilación y la indiferencia. Respecto de esta última, Elie Wiesel, sobreviviente de los campos de concentración nazis dijo con base en este capítulo negro de la historia reciente que: “Hay un derecho que yo no le concedería a nadie: el derecho a ser indiferente”. Ser imparcial no significa, entonces, ser indiferente, pues es siempre posible, e incluso necesario, no permanecer neutral sino asumir posiciones firmes y resueltas a favor o en contra de algo, sin tener que renunciar a la capacidad de evaluar las cosas con imparcialidad. Porque Dios no nos ha dado la opción de ser indiferentes en lo que a Él concierne. El Señor Jesucristo nos pone ante la disyuntiva de aceptarlo de manera plena y sin reservas, haciendo nuestra la causa de su reino, o rechazarlo sin atenuantes, con todas las nefastas consecuencias que esto trae para nuestra existencia temporal y para nuestro destino eterno. Definitivamente, no existe movimiento neutral de los “no alineados” en el ámbito espiritual y eterno, como bien lo afirmó el Señor cuando dijo con claridad: “»El que no está de mi parte, está contra mí; y el que conmigo no recoge, esparce” (Mateo 12:30)
No hay derecho a ser indiferentes
14 febrero, 2022
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“No es lo mismo imparcialidad, neutralidad e indiferencia. Ante Cristo podemos ser imparciales, pero no neutrales ni indiferentes”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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