Al árbol se le reconoce por su fruto

Los ya aludidos Marx, Freud y Nietzsche, conocidos como los “filósofos de la sospecha” y quienes son al mismo tiempo los más representativos ateos de la reciente modernidad, intentaron ser más consecuentes que los llamados “nuevos ateos” de la actual posmodernidad, pues estos últimos niegan a Dios, pero quieren conservar la moralidad que surge de la creencia en Él, mientras que los primeros entienden que esto no es racionalmente sostenible y que, como lo afirmó Dostoievski, “Si Dios no existe, todo está permitido”, por lo cual proponen sistemas alternos de conducta guiados por principios como la lucha de clases en el caso de Marx, por la líbido y los impulsos del subconsciente en el caso de Freud, o por la voluntad de poder en el caso de Nietzsche. Pero el fracaso de estos sistemas está a la vista. Las cámaras de gas de Auschwitz y Treblinka son elocuente muestra del resultado de las ideas de Nietzsche, los gulags o campos de prisioneros de la antigua Unión Soviética son también una muestra del fracaso de las ideas de Marx y la actual promiscuidad sexual generalizada que pasa por flagelos sociales como el adulterio, la fornicación tan común a nuestros jóvenes, la pornografía, las madres solteras, los divorcios, el aborto, el homosexualismo, el sida y las enfermedades venéreas, para mencionar sólo las más visibles, son una muestra en contra del libertinaje sexual promovido en buena medida por las ideas de Freud, dándole la razón una vez más al Señor: “»Si tienen un buen árbol, su fruto es bueno; si tienen un mal árbol, su fruto es malo. Al árbol se le reconoce por su fruto” (Mateo 12:33)