Partiendo del hecho ya señalado de que la llamada “ley del talión” no es una manifestación de brutalidad por parte de Dios, sino una medida necesaria para reglamentar situaciones de hecho y restringir así los excesos cometidos por el pueblo en sus fallidos intentos por hacer justicia; la venganza está por completo censurada en las Escrituras. Así, pues, en el cristianismo las represalias y castigos aplicados a los culpables deben recaer exclusivamente sobre los magistrados constituidos para este fin, con base en una estricta justicia retributiva y en el mantenimiento del orden público y no en sentimientos revanchistas y sed de venganza. De hecho, lo que diferencia un acto de justicia de uno de venganza no son sus aspectos objetivos en cuanto a la mayor o menor severidad concreta de la pena impuesta, sino sus aspectos subjetivos, tales como la motivación e intención que se persigue al imponer la pena, por lo que un acto de venganza, a pesar de involucrar eventualmente la misma pena objetiva sobre el culpable que la justicia le aplicaría, sigue siendo un acto censurable de venganza debido a las motivaciones e intenciones que mueven a quien lo lleva a cabo. Se explica, entonces, que la presunción de inocencia y el beneficio de la duda sean expresiones concretas de esta convicción en el ordenamiento jurídico de las democracias occidentales y también lo dicho en la Biblia relación con el papel de las autoridades: “… pues está al servicio de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, entonces debes tener miedo. No en vano lleva la espada, pues está al servicio de Dios para impartir justicia y castigar al malhechor” (Romanos 13:4)
No en vano lleva la espada
13 enero, 2023
2 Lectura mínima
“Dios no desea que tomemos la ley en nuestra mano para que el castigo se deba a Su justicia y no a nuestra sed de venganza”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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