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Nadie puede arrojar la primera piedra

“En lo que tiene que ver con el problema del mal y nuestra participación personal en él, nadie puede arrojar la primera piedra”

La conciencia moral es la luz interior que todos los seres humanos poseemos como testimonio de la realidad de Dios y que, de no pervertirla y endurecerla al punto de llegar a dejarla en gran medida inoperante, mediante constantes y repetidas decisiones contrarias a lo que ella indica; está en condiciones de iluminar de tal modo todo lo que pensamos y hacemos, que funciona como una especie de “caja negra”, como las de los aviones accidentados, en la que queda constancia de los verdaderos motivos e intenciones que guían nuestra conducta, más allá de las fachadas engañosas que utilizamos para encubrirlas ante quienes nos observan, dejándonos expuestos sin excusas delante de Dios y de nosotros mismos. El papel que la conciencia cumple en nosotros quedó ilustrado en el conocido episodio del evangelio de Juan que se refiere a una mujer sorprendida en el mismo acto de adulterio y que fue traída ante el Señor Jesucristo para ponerlo a prueba, ya sea para llevarlo a condenarla, en vista de que la Ley ordenaba ejecutar a los adúlteros mediante lapidación o apedreamiento; o a absolverla sin más en contra de lo que Ley ordenaba. Pero ante el acoso de los acusadores, el Señor finalmente respondió: “─Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra” (Juan 8:7), suscitando la siguiente reacción: “Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio” (Juan 8:9 RVR), pues la conciencia es la que confirma que, en últimas: “… todos han pecado y están privados de la gloria de Dios” (Romanos 3:23)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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