En el evangelio el Señor Jesucristo señaló la medida más alta del amor humano al declarar: “Nadie tiene amor más grande que el dar la vida por sus amigos…” (Juan 15:13). Pero si bien su amor por nosotros alcanzó esta medida, pues Él dio su vida en sustitución nuestra al morir en la cruz del calvario; en realidad Él manifestó hacia nosotros un amor mucho más grande, extraordinario y conmovedor que excede de lejos la más alta medida del amor humano, pues Él no se limitó a morir por sus amigos, sino que lo hizo por sus enemigos, como nos lo aclara el apóstol Pablo: “A la verdad, como éramos incapaces de salvarnos, en el tiempo señalado Cristo murió por los malvados. Difícilmente habrá quien muera por un justo, aunque tal vez haya quien se atreva a morir por una persona buena. Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:6-8). Cristo no murió, pues, por sus amigos, sino por sus enemigos, pues al margen del evangelio y por causa de nuestra condición pecaminosa, todos los seres humanos somos en mayor o menor grado enemigos de Dios, y a pesar de esto Él no tuvo reparo alguno en morir por nosotros en la persona de Cristo. Eso coloca el amor de Dios en una categoría única y exclusiva que no admite ni siquiera comparación con las más elevadas y excepcionales alturas del amor humano y que, si tuviéramos una mínima dosis de vergüenza, sensibilidad y conciencia alrededor de esto, nos debería llevar a doblar nuestras rodillas en profundo agradecimiento, reconocimiento y rendición sin reservas a Dios mediante la fe en Él
Muriendo por sus enemigos
26 noviembre, 2022
2 Lectura mínima
“Cristo no dio su vida por Sus amigos, lo hizo por Sus enemigos lo cual hace aún más extraordinario y conmovedor Su sacrificio”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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