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Segmentos

El acceso a Dios

“El acceso, confianza y familiaridad en el trato que Dios nos brinda en Cristo no debe hacernos olvidar con Quien estamos tratando”

La fe en Cristo nos brinda acceso irrestricto y personal a Dios, sin antesalas ni talanqueras de ningún tipo. Lo cual no debe hacernos olvidar que Él es un Dios santo y que, como tal, en el Antiguo Testamento el acceso a Su presencia estaba restringido por numerosas barreras y elaborados conductos regulares de carácter ceremonial y ritual que había que sortear y surtir antes de poder estar delante de Él de manera estrecha y cercana. Así, en principio no todos los pueblos de la Tierra tenían acceso a Dios, sino sólo la nación de Israel. Pero no todos en ella tenían acceso cercano, sino la tribu de Leví que ministraba en el atrio del templo donde la presencia de Dios se manifestaba. Entre los levitas, sólo los sacerdotes podían traspasar el atrio para ingresar al lugar santo y uno solo de ellos, el sumo sacerdote en funciones, podía entrar hasta el lugar santísimo −separado por un velo o cortina del anterior− una única vez al año. Asimismo, en el ritual sacrificial establecido para acercarse a Él no todos los animales servían para este propósito, sino únicamente las especies de animales clasificadas como puras, y entre éstas, sólo los animales perfectos o sin defectos. Por eso es tan significativo que con la muerte de Cristo el velo del templo se rasgara en dos, de arriba abajo, indicando con ello acceso irrestricto a la presencia de Dios en virtud de lo hecho por Cristo a nuestro favor como mediador exclusivo, dejando sin efecto todas las restricciones previas para brindarnos a los creyentes acceso pleno a Dios, pues: “También por medio de él, y mediante la fe, tenemos acceso a esta gracia en la cual nos mantenemos firmes…” (Romanos 5:2), pero siempre, con temor y temblor

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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