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Morir al pecado para vencer la muerte

“Cristo nos reveló en sí mismo la paradoja de que para vencer a la muerte lo único que tenemos que hacer es morir de verdad”

Recapitulando lo ya dicho en cuanto a que en la Biblia la idea que domina a la hora de definir la muerte no es la de terminación o extinción de la existencia, sino la de separación; la muerte física se define, entonces, como la separación entre el cuerpo físico y el principio vital que lo anima, que algunos llaman alma o espíritu indistintamente. Asimismo, la condición pasada de los creyentes se describe diciendo que: “… ustedes estaban muertos en sus transgresiones y pecados” (Efesios 2:1), pues por causa del pecado y al margen de la redención, todos los hombres se hallan separados de Dios en lo que la teología suele designar como “muerte espiritual”. En este orden de ideas, lo que la Biblia llama “la muerte segunda” en el libro del Apocalipsis es la separación definitiva e irreversible de Dios que experimentarán quienes se condenen. Y es en este contexto en el que entendemos la paradoja de que, para evitar todas estas nefastas formas de morir que nos acechan, debemos optar de manera voluntaria, consciente y rendida por morir hoy y cada día de nuestras vidas al pecado, como nos insta el apóstol: “¿Qué concluiremos? ¿Vamos a persistir en el pecado, para que la gracia abunde? ¡De ninguna manera! Nosotros, que hemos muerto al pecado, ¿cómo podemos seguir viviendo en él? ¿Acaso no saben ustedes que todos los que fuimos bautizados para unirnos con Cristo Jesús, en realidad fuimos bautizados para participar en su muerte? Por tanto, mediante el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte, a fin de que, así como Cristo resucitó por el poder del Padre, también nosotros llevemos una vida nueva…” (Romanos 6:1-11)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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