La teología liberal del siglo XIX y primera mitad del siglo XX, embriagada por la erudición académica y temerosa al mismo tiempo ─no sin razón─ de la superstición y el milagrerismo popular, muy cercano al paganismo, de representativos sectores de la iglesia; terminó comprometida en mala hora con el naturalismo científico que niega la posibilidad de los milagros y de lo sobrenatural en general, haciendo de este modo todo tipo de imperdonables concesiones al escepticismo moderno. Así, pues, esta teología optó por mirar de manera condescendiente la creencia textual en los milagros narrados en la Biblia que es propia de la abrumadora mayoría de los creyentes en Cristo y, sin negarlos, entonces, procedió a matizarlos drásticamente mediante la llamada “desmitologización”, un ejercicio académico que, dicho de manera sencilla, consiste en convertir los milagros de Cristo y todos los demás narrados en la Biblia en alegorías o metáforas para hacer referencia a realidades existenciales de difícil comprensión, a la manera de las parábolas, afirmando que más allá de este propósito didáctico, en realidad nunca habrían tenido lugar de forma literal. Y sin negar que los milagros sean más que un mero despliegue ostentoso de poder, apuntando además a realidades existenciales y espirituales de una mayor profundidad teológica y práctica; de ningún modo son menos que eso, pues: “Jesús hizo muchas otras señales milagrosas en presencia de sus discípulos, las cuales no están registradas en este libro. Pero éstas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que al creer en su nombre tengan vida” (Juan 20:30-31)
Milagros y desmitologización
13 septiembre, 2022
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“Es posible que, como metáforas, los milagros nos enseñen lecciones, pero eso no significa que no hayan sucedido literalmente”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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