La existencia del alma (del griego psique) es una realidad que desafía toda explicación científica naturalista y materialista, pues por mucho que la ciencia haya avanzado en su comprensión del funcionamiento del cuerpo y el cerebro humanos, el alma siempre se encuentra más allá de su cabal comprensión y del alcance del bisturí. El problema es que, ante su impotencia para explicarla, la ciencia tiende entonces a tratar de negarla o eliminarla, únicamente para verla resurgir con fuerza cuando menos se lo espera. Tiene que ser así, puesto que el alma es el verdadero componente vital de nuestra existencia que no puede ser reducido al funcionamiento del cuerpo en sus aspectos meramente físicos o materiales, aunque dependa indudablemente de ellos en gran medida para su interacción con el mundo. Por eso la ciencia nunca estará en condiciones de negar el alma. Recordemos, entonces, lo ya dicho en otro segmento en cuanto a que en la Biblia el alma es en muchos casos sinónimo de la persona entera entendida en el contexto de su existencia temporal en este mundo y también de la profundidad más íntima y sensible del ser humano, cuyos anhelos únicamente hallan respuesta plena y satisfactoria en el Dios Eterno. La muerte no es, entonces, la última palabra, pues el alma humana perdura más allá de la muerte, razón que explica las palabras de esperanza y advertencia simultáneas que el Señor Jesucristo nos dirige en el evangelio para que: “No teman a los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma. Teman más bien al que puede destruir alma y cuerpo en el infierno” (Mateo 10:28)
Más allá del alcance del bisturí
6 febrero, 2022
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“A pesar de sus avances, la ciencia nunca estará en condiciones de negar la realidad del alma humana ni de comprenderla del todo”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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