A despecho de lo que se piensa hoy, en lo que ya muchos designan como “la era de la posverdad”, bajo la tiranía del “pensamiento políticamente correcto” con su obsesión por la inclusión a cualquier precio y su consecuente negación de verdades universales y absolutas; tenemos que seguir sosteniendo que la verdad es excluyente, pues dos afirmaciones contrarias no pueden ser ambas verdad al mismo tiempo y en la misma relación. La lógica establece que sólo una de ellas será cierta y todas las afirmaciones contrarias quedan excluidas como falsas. Ahora bien, es cierto que Cristo vino a promover la fraternidad de la humanidad por encima de diferencias nacionales, culturales, étnicas e incluso ideológicas, sobre la base de la reconciliación por Él provista en la cruz del calvario. Pero también es cierto que esa unidad fraternal no es posible si no se apoya en la verdad revelada en el evangelio. Así, pues, sin perjuicio de la vocación pacificadora y de la tolerancia y el respeto por las ideas ajenas que deben caracterizar al cristiano, tenía razón Walter Martin cuando dijo: “La controversia por causa de la verdad es un mandamiento divino”. Por eso Cristo, el anunciado “Príncipe de paz”, no vino a traer paz, sino espada: “No crean que he venido a traer paz a la tierra. No vine a traer paz, sino espada. Porque he venido a poner en conflicto »‘al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, a la nuera contra su suegra; los enemigos de cada cual serán los de su propia familia’.” (Mateo 10:32-36), pues la fidelidad a Dios y a la verdad tiene prioridad sobre cualquier otra lealtad diferente y opuesta
La controversia por causa de la verdad
13 febrero, 2022
2 Lectura mínima
“La controversia a causa de la Verdad a veces es inevitable y hasta obligatoria para todo creyente que desee ser fiel a Cristo”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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