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Llorando con Dios

“Para que Dios llore solidario con nosotros cuando nosotros lloramos, nuestro llanto debe tener los mismos motivos que el Suyo”

Decía Michael Pollan que: “el único fluido corporal ajeno que no nos produce asco es aquel que los humanos fabricamos en exclusiva: las lágrimas”. La empatía y la solidaridad son imperativos bíblicos muy necesarios para que la vida en comunidad nos reporte todos los beneficios que promete y está llamada a otorgarnos. Y el llanto y las lágrimas juegan un papel protagónico en esto. Y es que las lágrimas ajenas, más que repulsión o rechazo, están diseñadas por Dios para despertar en nosotros compasión, solidaridad y empatía hacia los demás, imitando lo que Dios hace con nosotros en nuestras aflicciones, Quien se muestra cercano y siempre accesible al corazón contrito y humillado para brindarnos ayuda y consuelo en el momento oportuno. Porque si las lágrimas ajenas nos conmueven e inclinan nuestra disposición hacia el que sufre, con mayor razón Dios se muestra más que dispuesto a enjugar nuestras lágrimas al llorar solidaria, sentida y espontáneamente con nosotros y por nosotros, en especial cuando lo rechazamos en perjuicio propio: “Cuando se acercaba a Jerusalén, Jesús vio la ciudad y lloró por ella. Dijo: -¡Cómo quisiera que hoy supieras lo que te puede traer paz! Pero eso ahora está oculto a tus ojos. Te sobrevendrán días en que tus enemigos levantarán un muro y te rodearán, y te encerrarán por todos lados. Te derribarán a ti y a tus hijos dentro de tus murallas. No dejarán ni una piedra sobre otra, porque no reconociste el tiempo en que Dios vino a salvarte” (Lucas 19:41-44). Por eso es fundamental reconocer este tiempo para llorar con Él y ser de este modo consolados finalmente por Él.

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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