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La arqueología y la Biblia

“Cuando la iglesia guardó silencio y dudó de la Biblia fue la arqueología la que se levantó a gritar y reivindicar su veracidad"

En el siglo XIX la teología se contagió de los resabios de la ciencia, pues un gran número de teólogos de corte liberal, influenciados por el esquema naturalista y evolucionista de la historia que se impuso en la ciencia en su momento, comenzaron a cuestionar gratuitamente en la Biblia todo relato sobrenatural o milagroso o que contradijera la teoría de la evolución, calificando como “mito” todo lo que no encajara con estos esquemas preconcebidos, incluyendo entre ellos a personajes como Adán y Eva. Curiosamente, Jesucristo había respondido así en domingo de ramos a los que querían hacer callar a quienes lo aclamaban: “Pero él respondió: -Les aseguro que si ellos se callan, gritarán las piedras” (Lucas 19:40). Y este anuncio se cumplió con la entrada en escena de la arqueología. Cuando los teólogos en particular y los cristianos en general se quedaron callados y optaron por no defender, ni los milagros ni la veracidad de los relatos bíblicos, fue entonces cuando las inscripciones antiguas talladas en piedra descubiertas por la arqueología, comenzaron a gritar, al punto que, por ejemplo, el decano de los arqueólogos del siglo XX, el Dr. William F. Albright, inicialmente un escéptico que fue a hacer excavaciones para demostrar que la Biblia se equivocaba, por la fuerza de sus hallazgos terminó convencido de todo lo contrario y se convirtió al cristianismo, declarando luego con toda la autoridad y conocimiento de causa que: “No hay duda de que la arqueología ha confirmado la historicidad sustancial de la tradición del Antiguo Testamento”, para vergüenza de los cristianos que lo pusieron en duda

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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