En el cumplimiento de lo que se conoce como “la gran comisión”, es decir la orden dada por Cristo a la iglesia de anunciar las buenas nuevas del evangelio al mundo; todo creyente tiene el deber de testificar de Cristo a los que no le conocen ni han oído de Él. Pero sin olvidar que en esta labor la Biblia provee un criterio diferencial que está determinado por la actitud y el perfil particular del oyente, en razón del cual el apóstol Pablo adaptaba su manera de transmitir el evangelio de acuerdo con el trasfondo cultural de las personas a las que se dirigía: “… Entre los judíos me volví judío… Entre los que viven bajo la ley me volví como los que están sometidos a ella… Entre los que no tienen la ley me volví como los que están sin ley… entre los débiles me hice débil… Me hice todo para todos, a fin de salvar a algunos por todos los medios posibles” (1 Corintios 9:19-22). Esto explica la diferencia entre el mensaje que dirigió en su momento a los primitivos y supersticiosos habitantes de Listra, apelando a los ciclos de fertilidad presentes en la naturaleza que ellos podían comprender; del que pronunció ante los cultos atenienses citando con fluidez a sus propios poetas y filósofos o el dirigido a sus compatriotas judíos, apelando a la tradición histórica recogida en el Antiguo Testamento. Pero más allá de esto, el propio Señor Jesucristo nos instruyó a no hablar de nuestra fe con aquellos que no están dispuestos a tratarla con el debido respeto: “»No den lo sagrado a los perros, no sea que se vuelvan contra ustedes y los despedacen; ni echen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen” (Mateo 7:6)
Las perlas a los cerdos
25 enero, 2022
2 Lectura mínima
“Testificar de Dios no es siempre recomendable en la medida en que quienes nos escuchan no estén dispuestos a hacerlo con respeto”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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