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La utilidad del mal ejemplo

“El mal ejemplo también es útil en la Biblia para disuadirnos de obrar de la misma forma a la luz de sus funestos resultados”

Decía Millor Fernandes que: “No todo está perdido. Un criminal empedernido todavía sirve como mal ejemplo”. En este orden de ideas, la conocida promesa bíblica que afirma que: “… Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman” (Romanos 8:28), pasa también por la utilidad que aún los pecadores más contumaces e impenitentes pueden -aún a su pesar- prestar a la causa de Dios. Así, pues, el malvado cumple también un papel providencial: el de servir de escarmiento para los que observan, pues no puede negarse que, con todo y ser un mal ejemplo, el resultado visible de sus malas acciones puede cumplir un importante y gráfico papel didáctico disuasivo en quienes observan. Dios es, ciertamente, paciente con los seres humanos por dos causas diferentes. En primer lugar y de manera principal, para darles tiempo al arrepentimiento. Y en segundo lugar -pero no por eso menos importante- porque ha decidido soportar durante un tiempo a los malvados para quienes ya no existe esperanza de arrepentimiento, porque han pasado ya el punto de no retorno, llegando a un nivel de endurecimiento contra Dios irreversible, con el fin de utilizarlos como medio de contraste para realzar su trato misericordioso para con sus escogidos. Así, en la Biblia no sólo encontramos buenos ejemplos que estamos llamados a imitar, sino también malos ejemplos de lo que debemos evitar, puesto que: “Todo eso les sucedió para servir de ejemplo, y quedó escrito para advertencia nuestra, pues a nosotros nos ha llegado el fin de los tiempos. Por lo tanto, si alguien piensa que está firme, tenga cuidado de no caer” (1 Corintios 10:11-12)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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