El ser humano idealiza las experiencias espirituales atribuyéndoles tal carácter sobrenatural, que llega a imaginarlas invariablemente como algo tan maravilloso y extraordinario, que impresionará sus sentidos y emociones de una forma tan intensa que a partir de ese momento se convertirá en el suceso más determinante y el referente obligado para todas las acciones posteriores de su vida. Un significativo porcentaje de conversiones pueden tener estas características. Pero lo cierto es que los creyentes que tienen este tipo de experiencia inobjetable son minoría, entre otras cosas, porque la validez de una conversión no está determinada por las emociones que la acompañan. Toda emoción intensa de origen sobrenatural en este acto, tales como la alegría o el llanto desbordados, constituye un valor agregado que no le añade ni quita nada de lo esencial y necesario y no deben, entonces, convertirse en la señal distintiva de una auténtica conversión, como si su ausencia la invalidara. Quien basa la validez de su conversión en su intensidad emocional, se convertirá en un vacilante y precario buscador de elusivas experiencias emocionales que reafirmen su fe, a la manera del terreno pedregoso en la parábola del sembrador, cuya reacción emocional inicial no es suficiente para que su fe arraigue y perdure: “El que recibió la semilla que cayó en terreno pedregoso es el que oye la palabra e inmediatamente la recibe con alegría;pero como no tiene raíz, dura poco tiempo. Cuando surgen problemas o persecución a causa de la palabra, en seguida se aparta de ella…” (Mateo 13:20-22)
La semilla en terreno pedregoso
19 febrero, 2022
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“Quien base su conversión en la emoción que la acompaña, se convertirá en un buscador de emociones que revaliden su conversión”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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