Ser valiente no significa no tener miedo, sino sobreponerse a él y no permitir que nos lleve a traicionar nuestros principios y convicciones. El miedo es en muchos casos expresión del instinto de conservación que nos lleva a todos los seres vivos a proteger y a conservar la vida propia y la de nuestros seres queridos a toda costa. Pero en el ser humano este instinto básico debe ceder a valores superiores a la vida misma, como por ejemplo la verdad, la justicia o el amor, que son los que hacen que la vida valga la pena. Así lo entendieron en su momento las parteras hebreas, los padres de Moisés y Moisés mismo durante la esclavitud egipcia, desobedeciendo al faraón y superando el temor a sus represalias, o también quienes se sobreponen al simple temor a desentonar que hace presa de muchos en este mundo masificado. La verdad prevalece sobre el temor, de donde ceder a él traicionando la verdad o el amor para conservar la vida, nos deja con una vida vacía que no vale la pena ser vivida y ha perdido su razón de ser. Y es que cuando el temor nos domina y dicta nuestros actos podemos terminar traicionando la verdad y rindiéndonos del todo a circunstancias degradantes e injustas. El Señor animó siempre a sus discípulos a superar sus miedos o temores ampliando su perspectiva para que pudieran ver más allá de las circunstancias amenazantes inmediatas. Y es que el miedo es un tirano que esclaviza a sus víctimas y que únicamente puede ser controlado y superado mediante la fe y la confianza en Dios, como lo estableció el Señor: “… -No tengas miedo; cree nada más” (Marcos 5:36)
El miedo y la fe
11 abril, 2022
2 Lectura mínima
“Si el miedo nos lleva a conservar la vida a costa de la fe o la verdad, conservaremos una vida vacía que no vale la pena vivirse”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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