El vocablo shalom, que se traduce como paz, es el saludo usual entre el pueblo judío y evoca un estado de cosas muy bien descrito por María Cristina Guarino con esta definición: “La paz no es el silencio que queda al terminar la guerra, sino la fraternidad que nos impide iniciarla”. Fraternidad que sólo es posible en una comunidad fundamentada en la justicia. Una justicia que, a su vez, se manifieste no sólo en el comportamiento individual de sus miembros, sino también en el ordenamiento jurídico y en la capacidad del estado para hacerlo respetar. El libro El Reto de Dios ponía el dedo en la llaga al advertir que: “ya es hora de preguntarnos menos por qué hay guerrillas y más por qué hay injusticia social. En la raíz de toda subversión subyace la desigualdad flagrante como generadora de la inconformidad”. Desigualdad que, por cierto, no es siempre producto del desperdicio de las legítimas oportunidades concedidas por Dios a cada persona; sino que con mucha mayor frecuencia es el resultado de la opresión de los débiles y del aprovechamiento ventajoso que los fuertes hacen de aquellos, sacrificando y echando así por tierra la fraternidad a la que Dios nos llama en el evangelio. El shalom o la paz de Dios, que se distingue y diferencia de la paz del mundo, se refiere, entonces, a la paz en un sentido positivo, es decir el resultado de una comunidad correctamente ordenada, así como también a la paz interior y la paz con Dios que la redención nos otorga. Todo lo cual nos permite entender el sentido de lo dicho por el Señor: “La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden” (Juan 14:27)
La paz del reino de Dios
27 agosto, 2022
2 Lectura mínima
“La paz del mundo es una calma tensa entre las hostilidades, la del reino de Dios es la fraternidad que elimina las hostilidades”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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